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Italia en moto: Por la puerta grande

Italia es el cuarto país de Europa que ACT ha conquistado para los motoristas aventureros. Tras una intensa investigación, a finales de agosto el equipo mediático se puso en marcha y documentó los tramos de gravilla aventureros del corazón de Italia. Fue necesario todo un año de planificación para que el jefe de ACT Track Filipe Elias terminara de idear y planificar minuciosamente los 1200 kilómetros del último Adventure Country Tracks.

El trayecto, que recorre el interior del país ítalo por las carreteras más pequeñas, tiene una proporción de gravilla de algo menos del 60 por ciento. A primera hora de la mañana nuestro equipo arranca cerca de Boloña, el centro neurálgico de Ducati. De camino sobre motos adventure de última generación, desde la Ténéré 700 a estrenar hasta la consolidada R 1250 GS, rodamos por la via Imola, región Bertinoro, el punto de partida del ACT Italia.

La pequeña localidad con su majestuoso palazzo ofrece unas vistas de ensueño de los alrededores. A tan solo unos pocos kilómetros, el asfalto se convierte en un tramo de gravilla. Durante el día las sinuosas carreteras de asfalto van alternándose con tramos sin asfaltar: la adaptación ideal a lo que nos esperará en los próximos días.A temperaturas superiores a 30 grados centígrados, nos alegra que pronto podamos avanzar con mayor rapidez. Mientras la pista bordea extensos bosques y colinas que parecen no tener fin, nos conduce hacia Umbría. La soledad que nos rodea en cuanto abandonamos las carreteras principales nos sorprende soberanamente. A lo largo de toda la segunda jornada de nuestra gira nos movemos por la provincia de Perugia y nos sumergimos cada vez más profundamente en el universo de montaña. Filipe ha elegido exclusivamente, también para este Adventure Country Track, las pistas más diminutas. Hablamos de carreteras nacionales de menor rango y de caminos de conexión (legales) entre aldeas diminutas. 

El sinuoso camino que recorre la campiña acolinada nos muestra castillos en ruinas y casas de campo abandonadas.Cuando al final del segundo día llegamos a la Toscana, sentimos las inclemencias de la ruta. Tampoco es nada del otro mundo: para obtener instantáneas perfectas, el equipo de foto y vídeo hace que el grupo recorra los tramos más bellos siempre en varias ocasiones. Y estos suelen ser los más exigentes a la hora de conducir. Además, la dificultad de la ruta va in crescendo. Un descenso pronunciado y el ascenso que le sigue directamente, por los que tenemos que maniobrar las motos en vertical en varias ocasiones, nos ponen a tono con el nivel técnico que predomina en los siguientes tramos. Agradecemos que al final del día podremos utilizar las infraestructuras turísticas de Lago Trasimeno, que nos compensan los esfuerzos realizados con una ducha y cerveza.

El tercer día, la pista zigzaguea entre la Toscana y Umbría, y nos lleva hasta Orvieto. Dejamos de lado los bastiones turísticos de Siena y Montepulchiano. Los paseos de gravilla que nos conducen por el interior toscano con sus pueblos pintorescos podrían servir de emblema para los Adventure Country Tracks. Por la tarde se van formando tormentas, que pronto caerán sobre nuestros hombros. La sensación de agradecimiento por la pequeña bajada de temperatura no nos dura demasiado, ya que pronto nos percatamos de que los rayos se acercan amenazantes. Eso sí: la lluvia disipa la gigantesca nube de polvo que había envuelto a nuestra caravana hasta el momento. Agotados, llegamos a Orvieto, donde nos alegra poder disfrutar de las comodidades de un hotel bien equipado. Nuestro paladar goza con las especialidades regionales de esta localidad ancestral ubicada sobre un acantilado. A pesar de que las atracciones de Orvieto podrían ser dignas de una estancia más larga, nos ponemos en marcha al día siguiente.

Hoy la pista nos subirá a las montañas. A los pies de los Monti Sibilini, llegamos a la zona afectada por los terremotos en 2016, donde podemos cerciorarnos de que la región se recupera arduamente de esta catástrofe natural. Muchos turistas evitan este territorio, numerosos edificios continúan afectados y muchos habitantes han abandonado la región. No obstante, las carreteras y pistas de aquí son incluso más bellas y espectaculares. Quién sabe: con la fascinación ACT, quizás podamos contribuir un poquito a que en esta región se establezca un turismo sostenible. En un tramo offroad de lo más exigente nos vuelve a pillar un chaparrón tormentoso de una intensidad desconocida para todos nosotros hasta el momento. Ni siquiera nos da tiempo a ponernos la ropa de lluvia: en unos instantes nos vemos empapados hasta la médula… y la pista queda sumergida bajo 30 centímetros de agua.

El último día también se las trae. A tan solo 500 metros tras la línea de salida ya estamos en un camino estrecho que se ha convertido en un auténtico lodazal debido a las lluvias de la noche. ¡Nos hace falta una hora para recorrer un kilómetro y medio! Algunos de nosotros nos hemos bañado involuntariamente, todos estamos absolutamente extasiados. La verdad es que las condiciones previas no son de lo más halagüeñas, ya que aún nos quedan numerosas mezquindades técnicas de conducción por superar. Las serpentinas y la gravilla profunda caracterizan el trayecto. De cuando en cuando unas vistas espectaculares logran que sigamos recorriendo la pista con avidez.

Las últimas etapas de nuestra quinta jornada de ruta nos hacen recorrer el parque nacional Gran Sasso, hasta llegar al mar. No muy lejos de Pescara, al comenzar la noche nos encontramos agotados, pero felices, en la playa.

Text: Martin Wickert Photos: Katja Wickert

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