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Madagascar en moto: ¡Descubre el mundo con tus propios ojos!

Touratech en Madagascar

Seis amantes de las dos ruedas, procedentes de seis continentes dispuestos a recorrer con nosotros el recóndito noreste de Madagascar en moto. Personas de muy distinta cultura, religión, idioma y visión del mundo preparados para afrontar un viaje a lomos de su motocicleta, reunidas en las condiciones extremas de un viaje. Suena emocionante, ¿verdad?

Inspirados por el «Imagine» de John Lennon, Herbert y yo trazamos un plan que, en estos tiempos de turbulencias políticas, debe entenderse como una muestra inequívoca de entendimiento entre los pueblos. Su nombre: «United People of Adventure».

Aventura de Touratech para distintos moteros

No importa quién seas. Hombre o mujer, joven o viejo, negro o blanco. En cualquier caso, un ser humano con sus defectos y manías. Da igual la moto que tengas o que conduzcas bien o regular. Disfrutar del viaje, y llegar: ¡eso es lo único que cuenta! Te invitamos a compartir con nosotros una aventura inolvidable.

Descubre el mundo con tus propios ojos. No pierdas nunca la curiosidad. Sondea tus límites. Escucha la voz de tu interior. Interésate por la historia de quien te cruces en tu camino. Deja huella. Aunque aún no nos conocemos, es más lo que nos une que lo que nos separa, a saber: la pasión por descubrir el mundo conduciendo una moto.

 UPoA no es una competición. Somos UN equipo universal. Y luchamos. No los unos contra los otros, sino juntos.

¿Por qué recorrer Madagascar en moto?

No habría habido mejor destino para nuestra expedición. Recorrer en moto Madagascar es un encuentro de culturas con influencias de lugares tan diversos como Polinesia, África, Arabia y Europa. Es ejemplo viviente de convivencia pacífica entre 24,2 millones de personas de 18 tribus distintas. Pese a la extrema pobreza en la que viven (o precisamente por eso), los malgaches son hospitalarios, orgullosos y muy alegres. La cuarta mayor isla del planeta se desprendió del supercontinente Gondwana hace millones de años, convirtiéndose en un fragmento de tierra situado «abajo a la derecha de África», en el océano Índico. En tales condiciones de aislamiento se desarrolló una flora y fauna única en el mundo. Extrañas criaturas, camaleones de aspecto prehistórico, cocodrilos sagrados y los graciosos lemures habitan este paraíso tropical. En suma: un mundo en el que todo son superlativos, Cap Est es el extremo más oriental de Madagascar. Cubierta por selvas tropicales perennifolias y surcadas por numerosos ríos, esta península bañada por el Índico es una de las regiones más inhóspitas y difícilmente accesibles del país. Y, precisamente por eso, una de las más fascinantes.. Calor, humedad, bochorno… el clima ideal para el mosquito anófeles, que prolifera en los impenetrables bosques de manglares. En la temporada de lluvias, los pueblos de pescadores quedan totalmente aislados del exterior y sólo es posible llegar a ellos –como mucho– en barca. Es imposible transitar por las resbaladizas pistas de barro. Pero, como bien es sabido, los caminos más dificultosos son los que llevan a los lugares más bonitos. Así pues, lo más natural es explorar Cap Est con la moto en cuanto el suelo se haya secado.

Paramos nuestra moto: Visita solidaria

En el Orphelinat d’Antalaha viven 36 huérfanos bajo el cuidado de las monjas. Desde que, bajo el régimen de Rajoelina, se redujeran drásticamente las ayudas estatales, sobreviven gracias a las donaciones.

Muchos de los 24 millones de habitantes de Madagascar viven en la pobreza. Según la OMS, ni siquiera la mitad de la población de este país insular tiene acceso a agua potable. El 29% de la población no sabe leer ni escribir. Sólo dos de cada tres niños están escolarizados. 1,5 millones de niñas y niños no van a la escuela.

La hermana Marie-Marthe nos enseña las instalaciones, adscritas a una escuela. «Hacemos lo que podemos, pero no es suficiente», se lamenta. Lo que vemos nos llega al alma. Contemplando las muñecas y los peluches solitarios sobre los colchones gastados se nos saltan las lágrimas. La imagen nos conmueve profundamente. Espontáneamente decidimos comprar colchones de espuma nuevos para el dormitorio, que sustituirán a las esteras de paja llenas de bichos. Aunque esto representa sólo un grano de arena en el desierto, su alegría es indescriptible.

La entrega y la abnegación con que las monjas cuidan de estos niños no pueden ocultar el hecho de que los menores viven en condiciones de extrema pobreza. Carecen de muchas cosas que en el mundo occidental se dan por descontadas: comida, ropa, cepillos de dientes, mosquiteras (la malaria está muy  extendida en la región de Antalaha), libros, cuadernos, lápices, escritorios… Reunir cada mes el dinero suficiente para costear los gastos escolares es todo un reto para las hermanas.

Gracias a una generosa donación se pudo acometer recientemente la reparación, más que necesaria, de las tuberías de agua. Como la ducha no funcionaba desde había tiempo, los niños se tenían que lavar en la fuente del patio. En la zona de sanitarios se pavimentó el suelo como Dios manda y se pusieron baldosas. Pero aún queda mucho por hacer. La cocina con sus paredes ennegrecidas por el hollín, azulejos rotos y hogar en el suelo necesita urgentemente una mano de pintura y mobiliario nuevo, al igual que el comedor. Deseamos de corazón poder ayudar a estos huérfanos. Por eso, el dinero recaudado con la venta de los siguientes artículos se destinará íntegramente a Madagascar:

Libro de fotos “United People of Adventure”, 154 páginas, edición encuadernada de tapa dura, inglés, Art. Nº 090-2212

Dvd “UNITED People of Adventure #1”, PAL, alemán/inglés con subitutulos, €, Art. Nº 201-2300

¿Qué ruta escogimos?

Llegó el día esperado. El grupo de aventureros procedente de todo el mundo se concentra en Antalaha. Las motos están listas para entrar en acción. 1.000 kilómetros en 10 días. Parece factible.

El plan es dirigirnos en primer lugar hacia el sur, en dirección a Cap Est, siguiendo la abrupta costa de los piratas. La pista no es más que una fina línea de puntos en el mapa. Al principio tiene la anchura justa para un vehículo, pero se va estrechando, hasta terminar como un camino de cabras (o, mejor dicho, de cebús) en medio de la nada. Como muy tarde, al llegar a Cap Masoala queremos subir a un barco para cruzar al otro lado de la bahía. En Maroantsetra nos topamos con la famosa Route Nationale 5, una pésima pista arenosa totalmente ondulada que lleva hasta Tamatave (de vuelta a la civilización). De allí parte el camino asfaltado que conduce hasta la capital, Antananarivo.

UPoA no es un viaje organizado que se pueda contratar en cualquier agencia de viajes, sino una auténtica aventura. De forma deliberada decidimos no realizar un recorrido de reconocimiento previo. Eso significa que ni nosotros, los anfitriones, ni los acompañantes, conocemos el trazado exacto ni el estado de la ruta. Lo que sí sabemos es que tanto pilotos como máquinas tendrán que emplearse a fondo y llegarán a sus límites.

Dificultades de Madagascar en nuestra motocicleta

Nos espera barro, arenas profundas y agua, mucha agua. El éxito de una expedición a lo desconocido depende siempre de un buen trabajo en equipo. La capacidad de improvisación y la espontaneidad son tan importantes como saber mantener la cabeza fría en situaciones difíciles y a temperaturas superiores a 30 °C.

Seguramente cada uno tendrá su propia definición de la palabra aventura. Para nosotros significa salir de la zona de confort, lanzarse a lo desconocido, exponerse a los elementos, ser autosuficiente con una tienda de campaña y no saber por la mañana dónde se dormirá por la noche.

El día a día para nuestros motoristas

Un viaje requiere tiempo. Aunque habíamos calculado un margen para imprevistos al planificar cada etapa, lo cierto es que, en las condiciones extremas con las que nos encontramos, algunos días a duras penas logramos recorrer 20 kilómetros. Lo damos todo. Sólo para llegar a Cap Masoala tenemos que atravesar nueve grandes ríos. Para hacer la travesía recurrimos a piraguas atadas con tablas y reforzadas con viejos bidones. Tardamos cuatro horas en trasladar todas las motos de un lado al otro. ¡Para 13 motos habríamos necesitado un día y medio!

Las jornadas del viaje siguen un ritmo fijo, marcado por el ciclo del sol. A las 5.30 h amanece y a las 17.30 h anochece. Disponemos, así pues, de 12 horas de luz, que hemos de aprovechar al máximo.

Las tareas están repartidas de forma clara dentro del equipo. Nos turnamos de modo que cada día le toca a un compañero buscar la zona de acampada, mientras que otro se encarga de preparar una comida decente y un tercero recoge la leña necesaria para hacer fuego.

A menudo los aldeanos nos traen al campamento un cuenco de arroz, pescado asado o fruta. La hospitalidad de esta gente sencilla que está acostumbrada a vivir con muy poco y que, sin embargo, se muestra feliz, nos impresiona profundamente.

El lema malgache «Mora, mora!» (¡Despacito y buena letra!) no puede ser más opuesto al «Más alto, más rápido, más lejos» de nuestro mundo occidental, que aquí pierde todo su sentido.

Finalmente: En moto hasta Fantala

A veces, ante una decisión difícil, el destino decide por nosotros. En nuestro caso es Fantala la culpable de que nuestros planes se vayan al traste. Hemos acampado en una playa solitaria a orillas del Índico cuando a través de nuestro teléfono por satélite recibimos malas noticias:

Un superciclón se aproxima a toda velocidad con rachas de viento huracanado de más de 300 km/h. De intensidad 5 (categoría máxima en la escala SaffirSimpson), Fantala es el ciclón más poderoso registrado en esta zona desde que se realizan mediciones. Los servicios meteorológicos advierten del peligro de lluvias extremadamente intensas. Se ha suspendido todo el tráfico marítimo hasta nueva orden. El barco que ya se estaba de camino hacia donde nos encontramos se ve obligado a regresar al puerto de partida. ¿Y ahora qué hacemos? Decidiremos democráticamente.

Tenemos dos posibilidades. La primera: recorrer los 70 kilómetros que nos quedan hasta el extremo de la península, intentar encontrar un barco y acortar la ruta prevista inicialmente pasando por Mananar. Eso nos puede llevar varios días, o, en el peor de los casos, semanas. ¿Y si Fantala nos da alcance? ¿Esperar a que pase la tormenta tropical, tal vez sin comida? Eso daría pie a situaciones de suma tensión.

La segunda opción: volver por donde hemos venido y una vez en Antalaha verificar la posibilidad de llegar por vía terrestre (una pista que atraviese las montañas hasta Ambilobe) a la capital, Tana. ¿Emprender el regreso significa que nuestra expedición ha fracasado? ¿O es el camino la verdadera meta, como decía Confucio?

La variante A (sur) entraña aventura y peligro. La variante B (norte) es un riesgo calculable. Mientras deliberamos tenemos la sensación de estar en una montaña rusa. ¿Hará todo esto que nuestro dream team se rompa o, por el contrario, saldrá fortalecido?

 ¿Qué hicimos con nuestras motos?

En www.real-adv.com se encuentra la respuesta 😉 Esta página web proporciona además toda la información sobre los pilotos, las motos y el equipo, así como el diario del viaje en forma escrita, en fotos y en vídeos.

Ahora tenemos la vista puesta en la siguiente fase de United People of Adventure. Estamos planificando ya la segunda edición, prevista para 2018. En breve daremos a conocer cuál será el destino del viaje en esta ocasión. Id pensando ya cómo puede ser el vídeo de tres minutos que nos vais a mandar si queréis participar en esta emocionante aventura.

Fuente: Catálogo Touratech, (Pag: 1484 – 1499)

 

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