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Partimos de Ushuaia con rumbo a Alaska

Ushuaia sería el punto de partida de nuestro viaje de varios meses al norte de Alaska. Mientras que algunos (nosotros incluidos) no estaban seguros de que hubiéramos planeado el viaje lo suficiente para disfrutarlo adecuadamente, decidimos seguir adelante. No teníamos plazos estrictos, por lo que cada uno podría disfrutar del viaje a su propio ritmo. Tal vez seis meses no fueron suficientes para hacer este viaje, pero vimos lo que queríamos y sentimos que recordaremos esta experiencia para siempre.

Lo que nos gustaba en Sudamérica era cruzar fronteras. No era difícil entre Chile y Argentina. Hasta que los perros no encontraron los limones y la carne que teníamos en nuestras bolsas -y tuvimos algunos pequeños problemas- todo estaba bien. Sabíamos que está prohibido, y dijeron que somos contrabandistas pero… ¡Todo el que acampa necesita algo nutritivo y saludable para comer! Finalmente nos dejaron entrar en el país.

Entre fronteras tuvimos el alojamiento más excitante y emocionante que jamás hayamos tenido en las montañas. Decidimos acampar a una altitud de 4.100 metros sobre el nivel del mar porque se avecinaba una tormenta justo en la frontera natural entre Chile y Argentina (quizá no fue la mejor idea, porque al día siguiente nos iba a estallar la cabeza del dolor). En medio de la nada, con truenos, con el viento silbando, unos animales desconocidos que parecían zorros, armando nuestra tienda entre pequeños arbustos secos y coníferas. El sol nos despertó al día siguiente con una vista espectacular.

Argentina es enorme, tiene miles de kilómetros de carretera. Los chilenos se ríen de que es totalmente plana y aburrida, (quizá comparado con los Andes tienen razón) pero los paisajes son de los mejores cabeceros de las revistas nacionales y, además, en Argentina se pueden encontrar dos de los más grandes y espectaculares escenarios de agua -las Cataratas del Iguazú y el Glaciar Perito Moreno-. Ambos son abrumadoramente poderosos. El sonido del agua en tal cantidad crea una sensación de que la naturaleza en su poder es invencible y espectacular.

Conducir supone una aventura, aunque tal vez no siempre es nuestraa favorita. Seguro que sabes a lo que me refiero. Una rueda pinchada es una de esas aventuras que no nos gusta. Así que después de unos 12.000 kilómetros de recorrido en Sudamérica… ¡Era el momento de tener una!

Afortunadamente, fue justo al lado del pueblo. Después de pasar algún tiempo a unos 37 grados, sólo 3 minutos después de que empezáramos a rodar, sentimos un gran «bang». Todo estaba claro. Tuvimos que volver al pueblo y encontrar a «La Gomería» para arreglarlo, en lugar de cambiar el neumático nosotros mismos bajo el sol ardiente, algo que tardaría mucho más tiempo.

Cuando iniciamos nuestro viaje estábamos corriendo por la parte sur de Sudamérica, a veces parando para apreciar todos estos fantásticos animales como lobos marinos, pingüinos, focas, llamas y muchos más – ¡entonces la sensación de estar vivo es fabulosa!

Siendo honestos, también fue la primera vez que inesperadamente vimos algunos insectos espantosos ¡que odiamos! Llamarnos el «dream team asustadizo» no es una exageración. Yo tengo miedo de las arañas – ya sabes, las enormes como las tarántulas- y Lucas se queda paralizado, literalmente, cuando ve serpientes. En Sudamérica las sorpresas como esa son bastante normales y comunes Era muy divertido y ruidoso a veces cuando yo me ponía a gritar, o cuando Lucas decidía dejar de conducir o caminar cuando veía una serpiente.

Lo que es interesante es que los escorpiones en nuestra habitación no eran realmente aterradores – sólo decidimos mirar a uno sin miedo-. El viaje, la vida, y la voluntad de superar cada miedo… Antes podíamos ver a un lagarto pequeño como si fuera un cocodrilo; ahora puede haber en 20 corriendo por ahí en la habitación del hotel sin ningún tipo de miedo. Continuará…

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